Uno de los desafíos que enfrenta actualmente la conservación de especies de plantas en peligro de extinción es adaptar los métodos al cambio climático y al aumento del calentamiento global. Este problema está vinculado principalmente a un conocimiento insuficiente sobre si y con qué rapidez los individuos de estas especies pueden adaptarse a los cambios en sus hábitats naturales. Por lo tanto, es difícil predecir si su reintroducción en un entorno natural será exitosa. Para acercarse un poco más a responder esta pregunta, se llevaron a cabo experimentos con plantas raras cultivadas en la sala de crecimiento para determinar cómo responden las plantas al estrés de la exposición a corto plazo a temperaturas extremas en el entorno. Se encontró que las plantas más jóvenes eran las más sensibles a las bajas temperaturas, mientras que las más viejas reaccionaron fuertemente al estrés por calor. Esto se indicó por un aumento en el contenido de antocianinas en los tejidos de las plantas y la actividad de la enzima guaiacol peroxidasa, que resultó ser los marcadores más informativos entre los varios utilizados. El conocimiento de la respuesta al estrés por calor ayudará a optimizar los métodos de aclimatación de las plantas y quizás contribuya a la conservación efectiva de esta valiosa especie de flora de humedales en Europa del Este.