La salud del padre en el momento de la concepción puede influir en el bienestar a largo plazo de su descendencia al modular el desarrollo del microbioma intestinal del infante. Si bien la contribución microbiana materna es más prominente alrededor del nacimiento, la aportación paterna parece ser estable y cada vez más evidente a medida que el niño crece. La evidencia emergente sugiere que la exposición a toxinas ambientales, los hábitos dietéticos y el equilibrio hormonal pueden influir tanto en la calidad del esperma como en la composición de los microbiomas intestinal y seminal. Estudios recientes han demostrado que las alteraciones en estos microbiomas pueden modificar el entorno testicular, incluidos los perfiles de metabolitos y los niveles hormonales, y afectar los estados de la cromatina, los pequeños ARN y las macromoléculas dentro del esperma, influyendo en última instancia en la fertilidad y el desarrollo de la descendencia. A pesar de estos hallazgos prometedores, la mayor parte de la evidencia actual proviene de modelos animales, y hay una falta significativa de estudios en humanos. Una comprensión más profunda de cómo la microbiota paterna contribuye a la salud fetal y infantil podría allanar el camino para nuevas estrategias preventivas, como intervenciones dietéticas o probióticas preconcepcionales.