Uno de los principales problemas que enfrenta la comunidad científica en la actualidad, es la aparición cada vez más frecuente de cepas bacterianas patógenas resistentes a los antibióticos y antimicrobianos actuales, porque dichos gérmenes tienen la capacidad, bajo determinadas circunstancias, de hacerse inmunes a tales agentes químicos; por tanto, es necesaria la búsqueda de nuevos agentes antibacterianos. Para este propósito, una buena fuente puede provenir de los insectos sociales, los cuales han desarrollado como estrategia de supervivencia la producción de agentes bactericidas para proteger sus colonias. Este trabajo se centró en determinar si ciertas hormigas que se adaptaron a los ámbitos urbanos, tienen esta actividad. Para ello, se capturaron hormigas de los géneros Crematogaster sp. y Solenopsis sp., que se sometieron a procesos de extracción por maceración, obteniéndose extractos etanólicos totales, muy poco hidrosolubles, los cuales se evaluaron a diferentes concentraciones sobre cepas de bacterias Gram negativas (Klebsiella pneumoniae y Pseudomona aeruginosa) y Gram positivas (Bacillus subtilis spizizenii y Staphylococcus aureus), encontrando actividad inhibitoria al crecimiento en diferentes grados sobre todas ellas, incluyendo una S. aureus resistente a los antibióticos Amoxicilina/Ac. Clavulánico, Ampicilina/Sulbactam y Ceftriazona/Oxacilina; por tanto, estas especies se pueden clasificar como promisorias en la búsqueda de nuevos agentes antimicrobianos.
Introducción
El uso de productos naturales con propiedades terapéuticas, es tan antiguo como el hombre mismo, quien por observación y experimentación empírica (ensayo y error), acumuló durante siglos gran conocimiento para el tratamiento de sus problemas de salud. Hoy día, el impacto de los productos naturales como ingredientes activos en productos farmacéuticos comerciales sigue siendo enorme. De los 252 fármacos considerados como básicos y esenciales por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 11% son exclusivamente originados de plantas [1]; además, los productos naturales y sus derivados representan más del 50% de los medicamentos de uso clínico en el mundo [2]. Igualmente, desde que Alexander Fleming descubrió por accidente la penicilina [3], los microorganismos comenzaron a ser fuente de fármacos, principalmente antibióticos y otros microbicidas [4]. A pesar de lo anterior, existe una fuente relativamente poco explorada en la búsqueda de compuestos activos antimicrobianos: los insectos. Su éxito evolutivo se ve reflejado en su número y hábitats colonizados durante 500 millones de años, tanto, que el número de especies de plantas y microorganismos juntos, son apenas la mitad de aquellos [5] (figura 1). Parte de la estrategia para alcanzar tal logro se encuentra en el desarrollo de poderosos sistemas de defensa contra infecciones [5].
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