El cambio climático cada día cobra mayor importancia y nuevas especies vegetales surgen como opciones para mitigar este problema mundial. El objetivo de la investigación fue estimar la biomasa acumulada y el carbono acumulado en la biomasa vegetal y en suelo en rodales artificiales de Dendrocalamus latiflorus, Guadua angustifolia y Guadua aculeata y desarrollar modelos matemáticos para estimar la biomasa y el carbono. La biomasa se estimó por el método destructivo, que consiste en la cosecha del material para obtener el peso húmedo. La fracción de carbono promedio osciló de 43,3 a 47,2% entre los diferentes componentes (hojas, ramas, raíz y tronco) en un mismo culmo y de 36,4 a 46,7% en la vegetación herbácea, en la necromasa fina y gruesa. El porcentaje de carbono en el suelo fue de 2,45%. El carbono almacenado (incluido el suelo) por hectárea en plantaciones de D. latiflorus fue de 186,73 Mg ha-1 y de 117,74 Mg ha-1 en G. angustifolia y G. aculeata. Los culmos representan más del 87% del carbono de la biomasa total y más de 34% a nivel de ecosistema. Los modelos ensayados por componente del culmo y para el culmo completo no presentaron buenos ajustes y se desestimaron, mientras que los modelos agregados poseen R2 superiores al 89% y bajos errores de estimación.
INTRODUCCIÓN
El aumento de la temperatura del planeta o cambio climático global y la influencia de los bosques naturales (González et al., 2008) y artificiales (🇮🇵🇨🇨, 2007) como reguladores de este han sido temas ampliamente discutidos y documentados.
La mayor atención se centra en los árboles, principalmente en los trópicos, pero recientemente están tomando auge las gramíneas leñosas, entre ellas varias especies de bambú (Dendrocalamus latiflorus (Munro) var. latiflorus (Lin), Guadua angustifolia (Kunth), Guadua aculeata (Rupr. ex E. Fourn), Phyllostachys heterocycla var. pubescens (J. Houz), entre otras). En condiciones tropicales, D. latiflorus secuestra carbono en cantidades comparables a las plantaciones de eucalipto (Yiping et al., 2010). El carbono puede ser almacenado hasta por ochenta años cuando es industrializado (Castañeda et al., 2005), además es un material muy resistente al fuego (hasta 400 ºC) por la cantidad de ácido sílico que contiene la corteza (Barbaro, 2007).
Las especies de bambú tienen un potencial muy alto en proyectos de adaptación al cambio climático, su sistema radical y la cantidad de hojarasca que se acumula en el sotobosque contribuyen a disminuir la erosión y mantener la humedad por más tiempo (Camargo et al., 2010a), disminuyendo la erosión y reteniendo nutrientes hasta quince veces más que las coberturas compuestas por pasturas (Chará et al., 2010). Tienen la capacidad de almacenar agua en los entrenudos durante la época de más precipitación y la libera en la seca (Herrera, 2008). Cuando se cortan los culmos, se observa agua hasta diez metros de altura, característica que la hace propicia para proyectos de protección y conservación del recurso hídrico, fundamentales en actividades de adaptación al cambio climático.
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