La automedicación es una práctica riesgosa cuyas consecuencias incluyen enmascaramiento de una enfermedad, aparición de reacciones adversas, interacciones medicamentosas, aumento de la resistencia a ciertos tipos de fármacos y fármaco dependencia. La Organización Mundial de la Salud contempla la posibilidad de educar a la población en prácticas de automedicación responsable, señalando al profesional farmacéutico como figura clave de este proceso educativo. El presente trabajo analiza las conductas de automedicación en una población encuestada de 600 estudiantes de la Universidad Cooperativa de Colombia Campus Neiva. Los resultados de la encuesta han sido analizados en forma global y diferenciando a los encuestados en subgrupos de: a) programa académico y b) variables sociodemográficas. Los resultados indican que la automedicación es una práctica común en estudiantes de la Universidad Cooperativa de Colombia Campus Neiva que no siempre se lleva a cabo de acuerdo con las recomendaciones de la OMS para poder considerarse una práctica responsable y segura.
Introducción
La Organización Mundial de la Salud indica que automedicación implica el uso de medicamentos por parte del consumidor para el tratamiento de trastornos o síntomas reconocidos por el propio paciente, o el uso intermitente o continuo de un medicamento formulado por un médico para enfermedades crónicas o recurrentes o síntomas [1]. La organización denominada Industria Mundial de la Automedicación (WSMI) define la automedicación como el tratamiento de problemas de salud comunes con medicamentos especialmente diseñados y etiquetados para su uso sin supervisión médica y aprobados como seguros y efectivos para tal uso [2].
De otro lado, una definición interesante es la propuesta por Ruiz, la cual involucra al grupo familiar al definirla como la selección y uso de medicamentos por parte de los individuos o un miembro de la familia de los individuos para tratar enfermedades autoreconocidas o autodiagnosticadas o sus síntomas no prescrito por un médico, o de forma que esta no es dirigida por un médico [3]. La definición presentada por la WSMI (World Self-Medication Industry) es la denominada automedicación responsable, la cual representa un área de la asistencia sanitaria en la que el paciente asume un mayor grado de responsabilidad en la gestión de una dolencia menor, mediante el uso de un producto farmacéutico que está disponible sin receta médica. La práctica puede ser apoyada por el asesoramiento de un profesional de la salud.
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