El triclosán es un compuesto con actividad antimicrobiana, ampliamente usado en productos para el consumidor. Por su bien documentada toxicidad, la cantidad de triclosán presente en diferentes productos debe ser estrictamente controlada. Este artículo describe un nuevo sensor amperométrico para la detección de triclosán, que consiste en un electrodo de nanotubos de carbón serigrafiado (Screenprinted carbon nanotube electrode-SPCNE) modificado con peroxidasa de pasto Guinea (GGP). A diferencia del SPCNE no modificado, el SPCNE modificado con GGP fue capaz de detectar una respuesta electroquímica mejorada del triclosán. Los voltamogramas cíclicos del SPCNE modificado con GGP en una solución de ferrocianuro de potasio mostraron un aumento en los valores de corriente y linealidad entre las velocidades de barrido y las corrientes de pico (máximas) de oxidación, lo cual sugiere un proceso de superficie controlada. El SPCNE modificado con GGP mostró una excelente actividad electrocatalítica para la oxidación del triclosán, a un potencial redox de 370 mV, en presencia de peróxido de hidrógeno, exhibiendo una respuesta lineal entre 20 y 80 mM y un límite de detección de 3 μM. Este nuevo sistema amperométrico basado en nanotubos de carbón integrados con GGP se convierte en una herramienta potencial para el análisis ambiental y el control de calidad de alimentos.
INTRODUCCIÓN
El triclosán (TCS) es una molécula antibacteriana y antifúngica presente en productos de consumo, como la pasta de dientes, el jabón, los detergentes y los limpiadores quirúrgicos (Lenz et al., 2017). Se ha informado de que el TCS es un precursor de sustancias como las dioxinas, que son extremadamente tóxicas. Se ha revelado el papel del TCS como disruptor endocrino (Ozaki et al., 2017). Debido a la acumulación y biomagnificación del TCS en el agua, este compuesto puede ser consumido en última instancia por los seres humanos. Debido a sus efectos nocivos, el TCS ha sido considerado como un contaminante de alta prioridad y su presencia en los productos domésticos no debe superar el 0,3 % (p/p).
Se han descrito diferentes métodos para detectar el ECT, como la cromatografía líquida (Guo et al., 2009), la quimioluminiscencia (Song et al., 2007) y la cromatografía de gases acoplada a la espectrometría de masas (Shi et al., 2013). Aunque la eficacia y la solidez de estos métodos son indiscutibles, son caros, complejos y requieren mucho tiempo. Por lo tanto, el desarrollo de métodos novedosos, sencillos y sensibles para la detección de TCS agilizará los análisis químicos de rutina.
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