El trabajo analiza los principios y estructuras de modelación de localización óptima de actividades indeseables (obnoxious location models), revisando criterios de “eficiencia espacial” en la localización, y “justicia espacial” en la distribución de externalidades. La eficiencia se logra con modelos de localización-asignación, optimizando el costo total (plant location).Para la justicia se calibran curvas de rechazo con métodos econométricos. Finalmente todo se optimiza en una estructura multiobjetivo ponderada. Este modelo mixto se aplica a la localización de estaciones de transferencia y rellenos sanitarios en la Región Metropolitana, obteniendo localizaciones óptimas (económica y socialmente), y asignaciones óptimas de residuos sólidos comunales.
INTRODUCCIÓN
Los modelos de localización de actividades indeseables (obnoxious location models) se caracterizan por tener dos objetivos que optimizar. El primero requiere que la actividad se localice lo más lejos posible para evitar las externalidades negativas en la población. El segundo requiere que la actividad se localice lo más cerca posible para lograr algún tipo de eficiencia operativa. Aplicaciones típicas de este tipo de problemas son la localización de centrales nucleares, plantas de tratamiento de agua servidas, etc. [6].
Las externalidades negativas de una actividad socialmente indeseable producen un efecto de rechazo que ha sido denominado, NIMBY (“Not in My Backyard”), LULU (“Locally Unwanted Land Use”), e incluso la negativa absoluta a la localización como BANANA (“Build Absolutely Nothing at All Near Anybody”), entre otras [10].
Según la literatura, los modelos de localización para actividades indeseables consideran dos principios: el primero, es el de eficiencia espacial en la localización y, por otro lado, el de justicia espacial debido a la distribución de externalidades [1].
El principio de eficiencia espacial garantiza que los costos totales de localización de la actividad sean mínimos. Los costos totales consideran la instalación y el transporte (en función del volumen transportado) [1].
Por lo tanto, la eficiencia del sistema busca el equilibrio, minimizando la distancia entre los generadores y los equipamientos y, al mismo tiempo, la maximización de la distancia entre la población y las instalaciones.
El principio de justicia espacial se refiere al grado de igualdad en la distribución de los servicios de cada equipamiento hacia la población. En la localización de actividades indeseables, la justicia espacial es representada por el grado en que una población comparte los riesgos o molestias que dichas instalaciones representan.
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