Desarrollamos un modelo teórico de equilibrio parcial donde las empresas, ubicadas en un país, compiten y producen bienes diferenciados en un mercado duopolístico. La emisión de contaminación está relacionada con la producción, y las empresas producen utilizando diferentes niveles de tecnología contaminante. Para controlar la emisión de contaminación, el gobierno aplica cuotas de contaminación discriminatorias teniendo en cuenta el beneficio para las empresas, los consumidores y el daño ambiental. Los resultados muestran que si la desutilidad a contaminar es muy alta, el gobierno impone una cuota de cero emisiones a las empresas. Pero, si dicha desutilidad no es significativamente alta, permite una cierta cantidad de emisiones, imponiendo diferentes cuotas a las empresas dependiendo de los niveles de tecnología que utilizan para controlar sus emisiones. El modelo propuesto subraya la importancia del establecimiento racional de políticas ambientales estratégicas, que actúen en beneficio de todos los agentes económicos en el mercado, las empresas, los consumidores y el medio ambiente.
INTRODUCCIÓN
Las actividades humanas, en general, y la producción de bienes y servicios, en particular, han producido una contaminación que afecta negativamente al medio ambiente. La emisión de enormes cantidades de gases tóxicos causantes del efecto invernadero (como el dióxido de carbono, el metano y el dióxido de azufre) es la principal causa del calentamiento global, la desertificación, la deforestación, los daños irreversibles a los ecosistemas como la extinción de animales y plantas, el aumento del nivel del mar, entre otros. Por otro lado, los efectos de la contaminación sobre la salud humana son diversos. Por ejemplo, el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, como la neumonía y el cáncer de pulmón, aumenta considerablemente debido a la contaminación. De este modo, los costes ecológicos y económicos de la contaminación son considerables (PNUMA 2019).
El aumento de la población y el crecimiento económico causan una mayor demanda de bienes y servicios, lo que provoca el uso intensivo de los recursos naturales necesarios para estos procesos de producción. La creciente demanda y la producción intensiva son los orígenes del aumento de las emisiones contaminantes. Los gobiernos deben establecer políticas medioambientales para regular las emisiones contaminantes, pero estas políticas deben ser lo suficientemente flexibles como para no socavar la productividad de las empresas y su competitividad. Los gobiernos de todo el mundo se enfrentan a este dilema; deben actuar con cautela e inteligencia, aplicando políticas medioambientales que garanticen el crecimiento económico y un medio ambiente sano al mismo tiempo. Para ello, el gobierno puede establecer algunas políticas ambientales discriminatorias según el nivel de contaminación de cada tipo de bien producido, ya que los bienes pueden diferenciarse según su tecnología de producción contaminante.
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