La explotación de gas y petróleo demanda millones de metros cúbicos de agua que se convierten en residuo.Esta agua de producción (AP) se reinyecta en los pozoso se vierte en la naturaleza; solo un mínimo volumen es tratado para ser reutilizado en la industria o la agricultura. El reúso es la opción más responsable porque implica devolver agua regenerada al ciclo natural, transformaren activo nuestro pasivo ambiental, alargar la vida del recurso, reducir los vertimientos y proteger la seguridad alimentaria de las poblaciones locales. Si bien el reúso del agua es ineludible para algunos países, debería serlo para todos. Si el AP es un bien y no un residuo, y sugestión es clave en la transformación hacia la economía circular, debemos reflexionar respecto al reto para la sostenibilidad y la oportunidad de alianza y negocio que representa. A continuación, se exponen aspectos generales y particulares del AP en Colombia, en donde el reúso fuera de la industria, es menos del 0,3% anual,mientras que el vertimiento sigue siendo una práctica usual de gran impacto sobre los ecosistemas. El desconocimiento sobre la tecnología disponible, los costos de inversión, la legislación y la necesidad de alianzas, son retos para lograr los beneficios del reúso; no solo respecto a su calidad y cantidad en la naturaleza, sino a los negocios emergentes que surgirían como oportunidades de mercado responsable en torno a un bien común.
Introducción
El reúso de aguas de producción (AP) es un reto y una oportunidad para la economía sostenible más audaz. Dada la creciente relación agua/petróleo en la industria (Bailey et al., 2000; Lyon, 2014; Castiblanco-Borbón, 2017; Ecopetrol, 2018) además de preservar las fuentes naturales, el reúso sería fuente potencial de nuevos mercados en la cadena del ciclo del agua. El bien común nos exige transformar este pasivo ambiental en activo, sobretodo porque la previsión de población para 2050 es de unos 10 mil millones de personas, que emplearán más del 70% del agua dulce solo para cultivos (FAO, 2017). Si esto ocurre, necesitaremos legislación y agendas ambientales que hayan incorporado el reúso del agua para mantener el balance global a nuestro favor.
La versión estática del balance hídrico, se enfrenta actualmente a la disminución rápida de la disponibilidad de agua per cápita (Kotwicki, 2009) y desde el punto de vista cualitativo, cuanta más usemos (por aumento de la población mundial), menos calidad tendremos (porque la corrompemos al usarla). Esto nos hace responsables y debe solidarizarnos con los más de dos mil millones de personas que padecen su escasez (WWAP, 2019) agravada por los efectos del cambio climático (Rind, 1989; Arnell, 1999; IPCC, 2007). El hecho de que podamos utilizarla como recurso no convencional (aguas residuales regeneradas) nos permitiría aumentar su oferta como recurso convencional (aguas superficiales y subterráneas), reduciendo a la vez los vertimientos a la naturaleza.
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