La sociedad humana actual, producto de décadas de progreso en todos los campos del conocimiento, habría sido inimaginable sin el descubrimiento de los antibióticos y, más en general, de los antimicrobianos. Sin embargo, desde el principio, la comunidad científica fue consciente de que los microorganismos, mediante diversas estrategias, eran capaces de obstaculizar y hacer vana la acción de los antibióticos. Ejemplos comunes son los fenómenos de persistencia, tolerancia y resistencia, hasta la creación de las temidas biopelículas bacterianas. Los antibióticos son un recurso precioso pero igualmente lábil que hay que preservar pero al mismo tiempo reforzar para salvaguardar su eficacia. Los sistemas nanoparticulados, como los nanobactericidas, con su actividad antibacteriana inherente, y los nanotransportadores, que funcionan como sistemas de administración de fármacos para antibióticos convencionales, son terapias innovadoras puestas a disposición por la nanotecnología. Las nanopartículas inorgánicas son eficaces como nanobactericidas (AgNPs, ZnONPs y TiO2NPs) y como nanotransportadores (AgNPs, AuNPs, ZnONPs y TiO2NPs) contra cepas bacterianas sensibles y multirresistentes. Los liposomas figuran entre las plataformas de administración de antibióticos más estudiadas y flexibles: los liposomas convencionales permiten una orientación pasiva hacia el sistema fagocítico mononuclear (SPM); los liposomas "furtivos" impiden la captación por los macrófagos para erradicar las infecciones en tejidos y órganos situados fuera del SPM; gracias a su carga positiva, los liposomas catiónicos interactúan preferentemente con las superficies bacterianas y de biopelículas, actuando como antibacterianos innatos y como sistemas de administración de fármacos (DDS); los liposomas fusogénicos tienen bicapas fluidas que favorecen la fusión con las membranas microbianas; y, por último, los liposomas dirigidos por ligando proporcionan una orientación activa en los focos de infección. Los dendrímeros figuran entre los sistemas nanoparticulados más recientes y atractivos, gracias a su nanoarquitectura multiramificada, que los dota de múltiples sitios activos para cargar antibióticos y también interactuar con las bacterias. Por último, los nanoantibióticos representan una nueva generación esperanzadora de candidatos a antibióticos capaces de aumentar o incluso restaurar la eficacia clínica de los "viejos" antibióticos inutilizados por los fenómenos de resistencia.
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