En la actualidad, cualquier análisis geopolítico está marcado por el proceso de globalización. Por este motivo, el concepto clásico de “geopolítica” debe reformularse y ampliarse con el nuevo modismo de “geoeconomía”, además, debe abarcar los conceptos de la gobernanza nacional, regional y global.
La nueva geopolítica adquiere un carácter pluridimensional sin el concepto tradicional de “territorialidad”, el cual debe redefinirse según factores diversos como los desplazamientos de fronteras, el gran aumento de las migraciones, el incremento y extensión de la criminalidad organizada, la omnipresencia del ciberespacio y los efectos del cambio climático.
En ese sentido, la nueva geopolítica, desde y para América Latina, tiene cuatro dimensiones: nacional, transnacional, regional e internacional.
Colombia integrada, Venezuela aislada
En el contexto nacional, en ningún momento anterior de la moderna historia de la región, cinco estados de diferente categoría política, económica y militar han experimentado cambios tan radicales al mismo tiempo, lo que significa una ruptura de la situación geopolítica existente.
Cuba. La “normalización” de sus relaciones con Estados Unidos (ee. uu.) altera de manera profunda la situación geopolítica latinoamericana en su conjunto. Este proceso no solo está relacionado con las propias reformas internas, también implica un esfuerzo de “regreso” a América Latina por parte de los ee. uu., en un intento por limitar la influencia de China y Rusia en la región. Los efectos de estas nuevas relaciones bilaterales se notan especialmente en los nuevos flujos migratorios de Centroamérica y en el cambio de relaciones con Venezuela.
Venezuela. Es uno de los paí- ses que ha sufrido la más brusca caída en importancia geopolítica, tanto por el colapso del sistema bolivariano, como por los cambios económicos mundiales que redujeron radicalmente su “sobreproyección” en los años del presidente Hugo Chávez. La creciente pérdida de gobernabilidad interna, debido al aumento de la criminalidad, la incapacidad para el suministro de bienes de primera necesidad y la polarización política, puede convertirse a medio plazo en una seria amenaza para sus vecinos, especialmente Colombia.
Colombia. La previsible finalización del conflicto interno tiene efectos positivos para toda la región, ya que por primera vez se haría realidad el concepto de Suramé- rica como “zona de paz”. Con un buen manejo del posconflicto puede considerarse como un Estado en “ascenso” en importancia geopolítica, tanto por su papel en la región como por su probable inclusión en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (ocde).
Brasil. El “gigante suramericano” está sufriendo un descenso en su importancia geopolítica, a nivel regional y mundial, lo cual era impensable hace unos años. Por motivos de una infrecuente combinación de desastres políticos y económicos de naturaleza estructural y coyuntural, necesitará algunos años para recuperar su papel geopolítico en la región y alcanzar a nivel global el que, por razones de su tamaño y volumen de recursos humanos y materiales, le correspondería.
Argentina. Su riqueza natural y nivel de educación siempre fueron superiores a su capacidad de acertar con las formas de gobernabilidad adecuadas. Junto con Brasil siempre se consideró como país central de América del Sur, caracterizado por relaciones internacionales extensas y arraigadas. Tras las últimas elecciones, los esfuerzos por realizar cambios radicales en la forma de gobernar y en su modelo de desarrollo tendrán efectos importantes para la gobernabilidad interna y repercutirán en las relaciones intrarregionales, con notables consecuencias geopolíticas.
Crimen organizado: desafío central. El enfoque transnacional ha recibido muy poca atención en el análisis geopolítico, aunque, sin duda, el efecto central de la globalización ha sido mostrar la potencia, tanto positiva como negativa, de actores no estatales en el marco internacional. La pérdida de dominio del Estado sobre la economía nacional, en particular el sistema financiero, se hizo evidente como efecto de la globalización de forma inmediata; sin embargo, no ha sucedido lo mismo en la seguridad pública, pues es un fenómeno menos brusco aunque en constante avance, debido al crimen organizado y el terrorismo global. La geopolítica del crimen, en sus ramas principales de narcotráfico, tráfico de armas y tráfico de personas, supone el desafío para una región que representa apenas el 8 % de la población mundial y alcanza el 27 % de los homicidios del mundo, aunque casi no cuenta con problemas de guerras o terrorismo. Ante este reto hay varios intentos, no siempre exitosos, de involucrar a las fuerzas armadas en el manejo de la seguridad pública e iniciar notables reformas del sector seguridad.
Cuatro escenarios geopolíticos. Pese a los esfuerzos de asentar una óptima gobernanza regional (alba, celac o Unasur), la falta de liderazgo y los cambios políticos no han posicionado a Suramérica como región. Además, cuatro probables escenarios podrían impulsar nuevas constelaciones intrarregionales.
Cambio de eje. El lento giro del eje del poder económico y militar del Transatlántico al Transpacífico implica una redefinición de la política global en América Latina, ya que pasaría de una posición relativamente marginal a una más central. Las negociaciones del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (tpp, por sus siglas en inglés) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ttip), que reemplazan el multilateralismo de la Organización Mundial del Comercio (omc), son las primeras expresiones formales de este proceso.
Esto se evidencia en la creciente influencia de los poderes extrarregionales. Por ejemplo China, tiene necesidad de acceso a los recursos naturales de América Latina, de ahí sus enormes inversiones en Latinoamérica; también Rusia, y sus renovadas relaciones estratégicas con países de América del Sur; así como India o Irán, que aunque conservan perfiles bajos, se muestran muy interesados estratégicamente.
En un contexto de cambios tectónicos en el sistema internacional, con fuertes crisis sistémicas, tanto en Oriente Próximo como en la Unión Europea, y con grandes incertidumbres sobre la arquitectura financiera internacional, América Latina aparece todavía, a pesar de sus serios problemas internos, como una región con notable estabilidad y sin perspectivas de surgimiento inminente de los más graves problemas que afectan a otras regiones, como guerras o terrorismo. Por eso, se proyecta como una región que puede alcanzar una nueva posición geopolítica que tiene que aprovechar.
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