Cuando se trata de la pérdida de la naturaleza y la crisis climática, no hay ganadores. Su impacto no sólo devastará la vida silvestre y los ecosistemas, nosotros viviremos (y ya estamos viviendo) las consecuencias sin importar dónde nos encontremos en el mundo y en todas las áreas de nuestras vidas, incluyendo el deporte.
Mientras el mundo pone sus ojos en los Juegos Olímpicos de Tokio, recordemos que debemos proteger y restaurar nuestro planeta si queremos continuar con los deportes que tanto nos unen y apreciamos.
Con nuestro planeta en peligro, ¿Cómo serían los futuros # eventos olímpicos?
Así es como los Juegos Olímpicos del futuro se podrían ver si no actuamos:
A menos que cambiemos el rumbo de la pérdida de la naturaleza y el cambio climático, los Juegos Olímpicos se verán muy diferentes.
El suelo sano está desapareciendo de la superficie de la Tierra a un ritmo de 24.000 millones de toneladas al año. La mitad de toda la capa superficial del planeta ya se ha perdido en los últimos 150 años debido a la deforestación, el pastoreo excesivo, la agricultura insostenible y el mal uso del suelo, así como por los efectos de la contaminación y la crisis climática. El suelo sano y funcional no solo alberga casi el 90% de los organismos vivos de los ecosistemas terrestres, sino que de él depende la producción de más del 95% de nuestros alimentos y del agua dulce para la mayor parte de la población mundial.
Instamos a todos a mirar hacia el futuro, un futuro en el que los niveles de contaminación del aire sigan aumentando.
Se estima que 9 de cada 10 personas respiran aire contaminado en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las pequeñas partículas en el aire contaminado que ingresan a nuestros pulmones y al torrente sanguíneo pueden causar enfermedades como accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas y cáncer de pulmón, así como infecciones respiratorias como la neumonía. Investigaciones sugieren que la exposición al aire contaminado ya causa más de 7 millones de muertes cada año, un número que sólo aumentará si seguimos quemando combustibles fósiles y residuos, usando diésel y gasolina para propulsar vehículos, y destruyendo los bosques que ayudan a limpiar nuestro aire.
Nuestros océanos, nuestros ríos, nuestro planeta y nuestra salud están todos en grave peligro.
Ocho millones de toneladas de plástico entran en nuestro océano cada año, y en 2050 podría haber más plástico que peces en el mar. Los plásticos no sólo dañan la fauna marina, se descomponen en pequeños pedazos llamados microplásticos, lo suficientemente pequeños como para entrar en nuestra cadena alimentaria. La investigación muestra que una persona promedio puede estar ingiriendo, sin saberlo, alrededor de 5 gramos de plástico cada semana, el peso equivalente de una tarjeta de crédito.
La crisis climática está provocando que el nivel del mar aumente 2,5 veces más rápido que en el siglo pasado. Para 2050, estarán en peligro mil millones de personas que viven en zonas costeras de baja altitud, esto a medida que aumente el nivel del mar y las poblaciones de peces cambien debido al calentamiento del océano. Para el año 2100, si continuamos al ritmo actual, importantes ciudades como Yakarta, Lagos, Houston, Venecia, Bangkok, Dhaka, Rotterdam y Miami podrían estar bajo el agua.
TODOS ESTAMOS EN EL MISMO EQUIPO
Hay cosas que podemos ganar, y hay otras debemos ganar. La batalla contra la pérdida de la naturaleza y la crisis climática sólo puede ganarse si trabajamos juntos y hacemos de la protección de nuestro planeta una prioridad mundial.
WWF es la principal organización de conservación global, con presencia en más de 100 países y que cuenta con el apoyo de más de 5 millones de socios. Las acciones de WWF están enfocadas en seis grandes objetivos: especies, bosques, océanos, agua dulce, alimentación, clima y energía. WWF tiene además tres líneas de acción transversales: gobernanza política y social, finanzas y mercados.
Un equipo de investigación internacional liderado por la Universidad de Almería ha determinado la utilidad de la silicona para detectar la presencia de contaminantes procedentes de la combustión de combustibles fósiles, como la que producen los coches. Los expertos evalúan cinco posibles captadores de estos agentes nocivos y establecen un método barato, que no perjudica la actividad de la colmena, para medir la calidad del aire a unos ocho kilómetros a la redonda.
En los últimos años, se viene discutiendo la importancia de crear una ética, tanto en la creación como en el uso de la Inteligencia Artificial (IA), en el entorno digital. La importancia de este tema quedó patente durante el 2º Foro Mundial sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, celebrado los días 5 y 6 de febrero de 2024 en Kranj, Eslovenia, donde se congregaron científicos, expertos, especialistas y empresarios. En el evento se compartieron múltiples experiencias que buscaron integrar las perspectivas del sector privado, el académico y la sociedad en general, con miras a establecer una normativa ética global que regule la creación de un ecosistema de IA responsable, en beneficio de toda la población.
Los expertos advierten del impacto del uso del suelo en la capacidad de retención y recarga de los acuíferos. Los cambios en el paisaje, especialmente en las cuencas hidrográficas, están alterando la tasa de infiltración de la precipitación, afectando directamente la cantidad y calidad del agua disponible para consumo humano y otros usos.
La FAO presentará sus principales iniciativas para la gestión sostenible de suelos en la región, como el mapa mundial de nutrientes suelos, el protocolo de evaluación del manejo sostenible de los suelos, el programa Doctores de Suelos, y los proyectos SOILFER, en Guatemala y Honduras, y SOILCARE en el Caribe.
Un nuevo estudio confirma que 2023 fue el año más cálido registrado, con una temperatura media global cercana a la superficie de 1,45 °C por encima de los niveles preindustriales. Según el organismo, una vez más se han batido récords con respecto a los niveles de gases de efecto invernadero, las temperaturas en superficie y en los océanos, el aumento del nivel del mar y el deshielo.
Un informe de la Organización de Naciones Unidas indica que en 2022 se produjeron un total de 62 millones de toneladas de residuos electrónicos, lo que supone un 82 % más que en 2010. Según el documento, esta cifra va camino de aumentar un 32 % en 2030 si no se toman medidas.