La crisis del coronavirus ha afectado a todos los sectores. El principal daño está en el ámbito de la salud, miles de tragedias personales conjugadas en una calamidad colectiva. Pero las consecuencias del desastre se dejan sentir en muchos rincones. Uno de ellos es el energético. Aquí el carbón ha dejado de ser la energía fósil más barata. Tras la caída en los precios del petróleo, el mineral ha pasado a ser la fuente más cara.
El detalle sería anecdótico si no formara parte de una tendencia general que se ha acentuado en los últimos años. El carbón, la energía con la que empezó la Primera Revolución Industrial, está cada vez más arrinconada. A lo largo de las últimas décadas, se ha producido un cierre progresivo de las minas, acentuado en los últimos años. A ello ha contribuido un cambio global en el modelo productivo y las cada vez mayores restricciones a su explotación. Esto hace que los precios del carbón no hayan caído con los años. En cambio, el barril de petróleo ha cotizado siempre en aumento, con excepciones coyunturales debido a crisis económicas y conflictos en países productores. Ahora, debido al parón económico provocado por la pandemia del Covid-19, nos encontramos en uno de estos hundimientos del precio del petróleo.
La bajada ha llegado a tanto que el barril de Brent se ha colocado por debajo del carbón en precio. La cotización se ha situado por debajo de los 27 dólares por barril, incluso por debajo de los 23 dólares. Con el primer precio, el petróleo ya era más barato que el carbón. Para hacerse una idea, a principios de enero se situaba por encima de los 65 dólares.
Energía fósil más barata
El hecho es circunstancial, debido a la paralización económica en una gran cantidad de países muy demandantes de petróleo. También al desacuerdo entre los estados productores, que no han concertado precios ni una reducción de la oferta. Pero no deja de ser llamativo, porque el carbón siempre ha sido considerada la energía fósil más barata.
El carbón en sus horas bajas
Cada vez existen más proyectos para abandonar el carbón. Y cada vez son más los incentivos que empujan estos proyectos. Incluso se trata de reconvertir de alguna forma la industria minera y de producción de este combustible fósil.
En Alemania, la última mina de carbón que quedaba en la histórica región industrial del Ruhr será una central hidroeléctrica. Los responsables del proyecto han diseñado una planta hidroeléctrica de tipo reversible para estas instalaciones. Se trata de un sistema de acumulación de energía basado en el movimiento de masas de agua.
Francia tiene previsto el cierre de todas las plantas térmicas de carbón en 2021. A estas alturas, en el mix energético francés, el carbón solo representa el 1%, así que no será un trauma. Mientras tanto, en España algunas minas de carbón se reconvierten como patrimonio industrial , para interés turístico.
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