La nuclear por debajo del 33%. Los datos son bastante nefastos. De los 61,36 GW de potencia instalada en nuclear que dispone Francia gracias a sus 56 reactores, el pasado fin de semana únicamente se produjeron unos 20 GW. Una cifra inferior al tercio de lo que pueden llegar a producir.
Y no es porque no necesitaran más, sino porque su nuclear no da más de sí en este momento. Durante toda esta semana la cifra no ha crecido mucho más, lo que ha obligado a Francia a importar energía del resto de países europeos. Pagando un alto precio por ello.
Bruno Burger, experto del Instituto Fraunhofer conocido por sus gráficos sobre energía, mostraba en un mapa el nivel francés, muy alejado de su capacidad total. "Sin las importaciones de sus vecinos, Francia se quedaría sin luz", expone.
Die französische Stromerzeugung aus Kernkraftwerken fiel am Sonntag unter 20 GW. Das ist weniger als ein Drittel der installierten Leistung von 61,36 GW.https://t.co/VWRXTRI6oT pic.twitter.com/403rBQyM3E
— Bruno Burger (@energychartsd) August 29, 2022
2022, el primer año en décadas que Francia está siendo importadora neta. Como apunta Fernando Rodríguez, ingeniero de INUBER; Francia ha sido tradicionalmente un país exportador. Pero este 2022, el líder exportador de energía vive su particular crisis. Una que llega en uno de los peores momentos para Europa.
"Faltan 40.000 millones de kWh de energía nuclear en 2022. Todos los países están exportando para evitar el colapso francés", resume. Es la cantidad que tradicionalmente Francia exportaba al resto y que ahora no solo no está llegando, sino que además necesita de energía para poder seguir abasteciendo el país.
¿Por qué más de la mitad de reactores nucleares están parados? Es la gran pregunta que uno puede hacerse y no hay una única respuesta. De los 56 reactores franceses, un total de 32 están parados. Tener más del 50% de su energía nuclear sin funcionar es lo que ha llevado a que Francia esté pagando precios desorbitados por la energía. Gran parte de los motivos es por cuestiones de mantenimiento y reparaciones.
A finales del año pasado se detectaron problemas de corrosión en algunas soldaduras del sistema de inyección de seguridad, lo que llevó a una docena de reactores a realizar investigaciones sobre este asunto. Es habitual que las centrales nucleares lleven a cabo este tipo de estudios y mantenimiento, pero este 2022 se ha visto agravado porque la pandemia ha ido retrasando muchas de ellas. Inspecciones de seguridad que debían haberse realizado antes, todavía quedan pendientes.
El segundo motivo es el verano. La calor de este año ha sido de récord y eso ha dificultado el enfriamiento de los reactores. La solución es sencilla: apagar los reactores durante unos días. Sin embargo cuando se juntan muchos a la vez, sus efectos se notan.
Finalmente está el envejecimiento de algunas centrales francesas. Francia mantiene un programa de actualización y modernización de los reactores para que funcionen más allá de los 40 años, pero esto requiere sus respectivas tareas de mantenimiento.
Hoy por ti, mañana por mí. La energía que necesita estos días Francia sale de países como Alemania. Un país con sus propios problemas para producirla. Esto provoca una reacción en cadena que hace que el precio de la luz acabe siendo muy alto. Mientras que en la última década Francia había sido exportador neto, este año ha sido Alemania la que ha dado más energía a Francia y no al revés.
Europa se ha beneficiado durante varios años de la potente industria nuclear francesa, pero ahora vive una situación problemática y la solución pasa por ser solidarios. Afortunadamente, las estrategias de los distintos países europeos es distinta. Mientras unos apuestan por la nuclear, otros lo hacen por la solar, la eólica o el licuado de gas. Cada estrategia tiene sus ventajas e inconvenientes, pero la ventaja es que cuando falla la de un país, están el resto para compensar.
Macron ya ve con otros ojos el Midcat. Este sistema de interconexiones y cambios de energía entre países está limitado por la propia infraestructura de gasoductos. Uno de los grandes proyectos que ha dividido a Francia y Alemania es precisamente el Midcat. Francia no quería pagar por un proyecto cuyo mayor interesado es Alemania.
Sin embargo, tras la reunión de Pedro Sánchez con el canciller alemán Olaf Scholz, y tras la difícil semana que vive el mercado energético francés, desde el gobierno del presidente Emmanuel Macron se ha abierto la puerta a examinar el proyecto. Un cambio de postura para contentar a los "amigos europeos", pero donde parece claro que los recientes problemas han pesado para tomar la decisión.
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La mayoría de los países de América Latina, siguiendo tendencias mundiales, se esfuerzan para participar de procesos de transición energética cuyo objetivo reducir sus emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI). A nivel mundial, se espera que el sector energético genere 122 millones de empleos para el año 2050, de los cuales 43 millones serán creados en energías renovables[1].
Inspirándose en la función fotosintética de las plantas, un consorcio europeo liderado desde el Instituto Catalán de Investigación Química ha desarrollado un dispositivo que convierte dióxido de carbono, agua y luz solar en combustibles sostenibles, de una forma eficiente y barata. El próximo paso es demostrar su viabilidad industrial.
Desde comunidades energéticas hasta ecoaldeas, las iniciativas ciudadanas para impulsar el cambio a las energías renovables son omnipresentes.
Unos investigadores respaldados por la Unión Europea están probando un prototipo de motor híbrido, un gran paso hacia su objetivo de redefinir el consumo de combustible y las emisiones de los grupos propulsores enchufables.
En 2022, Brasil alcanzó 92% de generación renovable en su matriz eléctrica, el nivel más alto de generación renovable en la última década. Este hito vuelve a posicionar al país como una de las potencias en energía verde en la región y esto se debe principalmente al crecimiento de la energía eólica y solar de las últimas dos décadas. El año pasado, la capacidad instalada de generación eólica alcanzó 23,8 GW, mientras que la solar llegó a 23,9 GW. Durante este mismo período, la capacidad instalada de energía solar creció 9 GW (la capacidad instalada fotovoltaica era 13 GW en enero de 2022), principalmente de forma distribuida, siendo este un logro inmenso, especialmente si consideramos que hace diez años esta tecnología era prácticamente inexistente en la matriz eléctrica brasileña.