El aumento de la producción agrícola y el uso de plaguicidas siempre han ido de la mano, pero ¿a qué coste para los ecosistemas y la salud humana? El equipo del proyecto SPRINT, financiado con fondos europeos, tratará de arrojar luz acerca de esta cuestión el próximo 27 de septiembre de 2023 en la Cumbre de la Ciencia, que se celebrará en la 78.ª Asamblea General de las Naciones Unidas de Nueva York.
En el marco de este evento, el equipo de SPRINT presentará los primeros resultados de una campaña de seguimiento realizada durante la temporada de cultivo de 2021. Los resultados se basan en el análisis de unas seiscientas muestras de suelo, plantas, aguas superficiales, sedimentos, aire y polvo capturado en interiores, así como de algunas muestras de orina y heces tomadas de unas setecientas personas de toda Europa y Argentina. El proyecto SPRINT centra su investigación en el análisis de más de doscientas sustancias activas procedentes de plaguicidas sintéticos, al igual que en los metabolitos presentes en diversos productos autorizados, considerados candidatos para ser sustituidos o incluso prohibidos por la UE.
Plaguicidas por doquier
En una noticia publicada en el medio digital Phys.org se enumeran algunas de las principales conclusiones de la mencionada campaña de seguimiento. Así, se han hallado mezclas de residuos de plaguicidas en todos los ecosistemas y seres humanos estudiados, hasta el punto de que más del 90 % de las muestras de orina y heces humanas analizadas contenían este tipo de residuos.
Por lo que respecta a los efectos de los residuos de plaguicidas en el medio ambiente, se estima que el 38 % de las masas de agua superficiales de Europa superan los valores de referencia sobre la calidad del agua potable. Además, el 96 % de las muestras de suelo tomadas en cultivos agrícolas convencionales contienen mezclas de plaguicidas, mientras que las muestras de suelo procedentes de la agricultura ecológica no salen mucho mejor paradas, ya que el 79 % de ellas también contienen estas mezclas.
Por otra parte, de entre los cultivos que contienen mezclas de plaguicidas, más del 40 % presentan hasta 20 tipos distintos de residuos por muestra. Aunque los ecosistemas relacionados con las explotaciones ecológicas presentan menos residuos, las mezclas consisten en su mayoría en plaguicidas prohibidos procedentes de cultivos más antiguos. Curiosamente, la mayor acumulación de residuos de plaguicidas corresponde al polvo capturado en el interior de las granjas, ya que las granjas convencionales revelaron hasta 121 residuos diferentes por muestra, mientras que las ecológicas mostraron más de 80. Lo que es aún más preocupante es que más del 30 % de los residuos encontrados en el polvo de interiores son cancerígenos, y más del 60 % de ellos pueden afectar a la reproducción.
«Nuestra investigación ha demostrado lo difundidos que están estos residuos de plaguicidas en nuestros hogares, cuerpos y ecosistemas», afirma la Dra. Violette Geissen, coordinadora del proyecto SPRINT y catedrática de la Universidad de Wageningen (Países Bajos). «Basándonos en nuestros resultados, proponemos un nuevo sistema de indicadores de riesgo que tenga en cuenta la frecuencia y los niveles de uso de los plaguicidas incluidos en futuras normativas».
Mayor participación ciudadana
El equipo del proyecto SPRINT también ha estudiado el papel de las consultas públicas vinculadas con la Estrategia «De la Granja a la Mesa» puesta en marcha por la UE en relación con la toma de decisiones sobre el futuro uso de plaguicidas agrícolas. Según señalan en su estudio, los partidarios de reducir los plaguicidas hacen hincapié en la salud planetaria y humana, así como en el hecho de que ya existen alternativas a estas sustancias, e inciden en que la resistencia al cambio se debe a la falta de voluntad política. Por su parte, las personas contrarias a restringir el uso de los plaguicidas aluden a cuestiones como la seguridad alimentaria y la ausencia de alternativas viables.
A este respecto, la Dra. Ana Frelih-Larsen, investigadora del Ecologic Institute (Alemania), organismo colaborador con la iniciativa SPRINT (SUSTAINABLE PLANT PROTECTION TRANSITION: A GLOBAL HEALTH APPROACH), señala en el boletín informativo del proyecto lo improbable que resulta que una mera consulta pública dé lugar a una toma de decisiones democrática. De cara al futuro, recomendamos optar por otros enfoques más deliberativos, como los comités ciudadanos, cuya utilidad puede ser mayor a la hora de buscar soluciones legítimas a retos tan difíciles como el uso de plaguicidas en el futuro.
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