El citado programa, que lleva en vigor desde 2011, y otras ayudas estatales para proteger el medioambiente han atraído a California a empresas energéticas interesadas en conseguir biogás a partir del estiércol, pues lo han convertido en un negocio muy rentable gracias a las subvenciones. Al principio, esas compañías compraban los excrementos y se encargaban de procesarlos, pero desde hace unos años los granjeros han descubierto que si ellos mismos construyen las instalaciones para tratarlos pueden multiplicar por seis sus ganancias.
De hecho, The Fresno Bee señala que por la venta del estiércol a las energéticas un ganadero puede conseguir alrededor de 100 dólares al año por vaca, mientras que si procesa él mismo el estiércol para obtener biogás puede llegar a ganar 600 dólares al año por res.
Un problema medioambiental
Tanto las empresas energéticas como ahora las granjas usan la digestión anaeróbica para obtener metano, dióxido de carbono y otros biogases. Para este proceso es necesario disponer de grandes “lagunas” de estiercol, que se cubren con una lona para que, en el proceso de descomposición, emanen los gases que se van canalizando hacia los depósitos donde quedan almacenados.
El problema es que estos sistemas de digestión anaeróbica perjudican tanto la calidad del aire como del agua, y el aumento del número y la concentración de cabezas de ganado como consecuencia de los beneficios cada vez mayores que dan a los ganaderos deteriora el ecosistema.
En consecuencia, la contaminación está aumentando en las zonas donde se ubican estas granjas, en especial en el área del Valle de San Joaquín, y la regulación creada para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, paradójicamente, está contribuyendo a perjudicar el medioambiente.
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Junto al Movimiento sin Tierra (Brasil) o el Programa Nacional de Transición Agroecológica y Patrimonio Biocultural (Oaxaca, México), Colombia cuenta con las Zonas de Reserva Campesina de Pradera, y entre ellas Tuluá (Valle del Cauca) y el resguardo indígena Kwet Wala (Pradera) son ejemplos de resistencia que realizan las comunidades indígenas y campesinas para asegurar la comida, ofreciendo propuestas basadas en los principios de la agroecología.
Investigadores de la Unidad de Excelencia ‘María de Maeztu’ del Departamento de Agronomía de la UCO, en colaboración con la Universitat Jaume I y Tragsa, prueban la eficacia de este sistema mixto como estrategia para el control de plagas. Los resultados abren nuevas vías de estudio en el ámbito de la lucha contra las plagas, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el campo en un contexto de emergencia climática.
Un equipo de investigación de la Universidad de Huelva ha establecido que el grosor del tallo y la presencia de compuestos antioxidantes influyen en la capacidad que tiene este cultivo para echar raíces. Con esta información, podrían desarrollarse biofertilizantes específicos que estimulen el crecimiento vegetal, que habitualmente presenta dificultades para prosperar.
Tejer las mallas para pescar en ríos y lagos de Yahuarcaca –en la Amazonia colombiana–, o saber cuándo utilizar cerbatana o anzuelo para tener una faena más efectiva no es algo que se aprenda en un colegio o una universidad; este conocimiento ancestral que poseen los indígenas ticuna se transmite de generación en generación, pero está amenazado por la creciente interacción de los jóvenes con prácticas occidentales, que degradan sus tradiciones. Con la Escuela de Artes de Pesca se busca evitar que esto suceda y así garantizar la continuación de esta práctica esencial para su seguridad alimentaria.
Investigadores de Hidráulica y Riegos de la Universidad de Córdoba desarrollan un modelo basado en la revolucionaria arquitectura de ‘deep learning’ Transformer, que desde su aparición en 2017 se ha implementado en diversos sectores y que está en la base de hitos de la Inteligencia Artificial como ChatGPT, para orientar la toma de decisiones de las comunidades de regantes.
Un estudio del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV) observa por primera vez en plantas de cultivo que el gen FUL controla la duración del periodo reproductivo.