Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la prevención y contención de los desechos de la carne y de los subproductos es una necesidad económica y de higiene pública.
“La principal fuente de contaminación se encuentra en las aguas residuales de los mataderos que incluyen heces y orina, sangre, pelusa, lavazas y residuos de la carne y grasas de las canales, los suelos, los utensilios, alimentos no digeridos por los intestinos, las tripas de los animales sacrificados y a veces vapor condensado procedente del tratamiento de los despojos”, indica el organismo.
En Colombia, los procesos desarrollados en el sacrificio bovino en la industria cárnica generan alrededor de 51,41 kg de residuos de una res adulta de 430 kg, es decir, que representan el 12 % total del animal, un dato importante si se tiene en cuenta que el país produce cerca de 800.000 toneladas solamente de carne de res. Según datos de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan) dicha producción genera alrededor de 300.000 toneladas de residuos sólidos (hueso).
Aunque se realizan esfuerzos para que las plantas de sacrificio consoliden programas de gestión ambiental, sistemas de aseguramiento del proceso y planes de gestión integral de residuos sólidos, lo cierto es que todavía no existe un control estricto de la disposición de residuos sólidos y vertimientos que se generan en los procesos de sacrificio y faenado del ganado, lo cual impacta en los recursos naturales, afectando a las comunidades.
Ante este panorama, las estudiantes Natalia Alzate Acevedo, de la maestría en Ciencias-Física y Nini Valentina Naranjo Castaño, del doctorado en Ciencias-Física de la UNAL Sede Manizales, probaron la hidroxiapatita, obtenida a partir de la trituración de los huesos de vaca, para medir el nivel de adsorción que tiene este material de captar agentes tóxicos de tipo metálico -cromo y cloruros- en el agua residual.
Explican que “al calcinar el hueso, se quema el colágeno y queda la hidroxiapatita con un pequeño porcentaje de carbono. Este es molido hasta convertirse en un polvo blanco con textura similar al azúcar o la sal”.
“El resultado de esta molienda se mezcló con aguas sintéticas residuales del Laboratorio de Plasma del campus La Nubia en la UNAL sede Manizales”, agregan.
Destacan que “los ensayos experimentales se realizaron durante un periodo de 24 a 48 horas, y se obtuvo una capacidad de descontaminación de hasta un 80 %”.
Amplían que, en aguas con 50 partes por millón (ppm) contaminadas por cromo, la hidroxiapatita adsorbió hasta un 7,56 % en 24 horas y 11,23 % en 48 horas. Incluso, en cantidades inferiores como 10 ppm adsorbió un 41,63 % en 48 horas; y en mínimas concentraciones de 5 ppm, desde un 87 % en 24 horas, hasta un 100 % a las 48 horas, sin presencia de agentes tóxicos considerables.
Según las estudiantes, “otra ventaja de la hidroxiapatita es que adsorbe los iones superficiales de partículas de cromo o cloruro de las aguas residuales, pero expulsa partículas ricas en calcio, lo cual permita una sustitución química”.
Este proceso donde se hace uso de la hidroxiapatita, muestra un análisis positivo y eficaz, en muestras de aguas residuales, permitiendo nuevos procesos de aplicabilidad que en la actualidad se encuentra en fase de patente por parte de las investigadoras.
Sumado a que también es un subproducto de la industria cárnica para sacar provecho, que no es tóxico y además biodegradable.
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