España es un coche que se dirige a toda velocidad hacia un muro y ese muro se llama sequía.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? Según el Boletín Hidrológico Nacional la respuesta es sencilla: en los últimos tres meses ha llovido un 46% menos de lo que tendría que llover. De hecho, en julio esa caída ronda el 70%. Esto se suma a que desde el 1 de octubre de 2021 (la fecha en la que comienza el año hidrológico) ha caído solo un 25% de lo normal en muchas zonas del país. Es decir, que "no llueve sobre lo no mojado".
Y si eso sería un problema cualquier año, ahora es un drama. La ausencia de lluvias nos ha pillado con los embalses en mínimos históricos. No solo estamos 20 puntos por debajo de la media de los últimos 10 años, es que estamos gastando en torno a 1,5% del agua disponible cada semana.
Cerrar el grifo. Tanto así que en comunidades como Andalucía, Extremadura, Cataluña, Baleares, Navarra, Euskadi, Galicia o Castilla y León ya se han tenido que aplicar restricciones de cara a asegurar el consumo humano. Un consumo que, a medida que pasan los días, parece cada vez más comprometido, pese a los esfuerzos de muchas comunidades para sacar agua de donde no la hay.
¿Qué podemos esperar? Julio ha sido el julio más seco en 20 años y agosto, aunque se espera que sea más húmedo, va a continuar la tendencia de pocas precipitaciones. Si el mediterráneo sigue con temperaturas tan altas y se dan las condiciones meteorológicas apropiadas, en septiembre pueden vivirse enormes episodios de gota fría.
Sin embargo, lo previsible es que esos eventos estén muy concentrados geográficamente y que nuestra capacidad para almacenar esas lluvias sea limitada. Solo hay que recordar que hace unos meses, Castellón fue uno de los lugares con más precipitaciones del hemisferio norte y, en fin, el problema no ha desaparecido.
Un año complicado. Todo hace presagiar que el día 1 de octubre de 2022 empezará un año hidrológico muy difícil. Es cierto que, desde la terrible sequía que se extendió entre 1991 y 1995, nuestra capacidad de planificación y nuestras herramientas de gestión hídrica han mejorado mucho. No obstante, la situación está a punto de convertirse en la peor sequía desde que tenemos registros y eso nos va a poner contra las cuerdas.
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En los últimos años, se viene discutiendo la importancia de crear una ética, tanto en la creación como en el uso de la Inteligencia Artificial (IA), en el entorno digital. La importancia de este tema quedó patente durante el 2º Foro Mundial sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, celebrado los días 5 y 6 de febrero de 2024 en Kranj, Eslovenia, donde se congregaron científicos, expertos, especialistas y empresarios. En el evento se compartieron múltiples experiencias que buscaron integrar las perspectivas del sector privado, el académico y la sociedad en general, con miras a establecer una normativa ética global que regule la creación de un ecosistema de IA responsable, en beneficio de toda la población.
Los expertos advierten del impacto del uso del suelo en la capacidad de retención y recarga de los acuíferos. Los cambios en el paisaje, especialmente en las cuencas hidrográficas, están alterando la tasa de infiltración de la precipitación, afectando directamente la cantidad y calidad del agua disponible para consumo humano y otros usos.
La FAO presentará sus principales iniciativas para la gestión sostenible de suelos en la región, como el mapa mundial de nutrientes suelos, el protocolo de evaluación del manejo sostenible de los suelos, el programa Doctores de Suelos, y los proyectos SOILFER, en Guatemala y Honduras, y SOILCARE en el Caribe.
Un nuevo estudio confirma que 2023 fue el año más cálido registrado, con una temperatura media global cercana a la superficie de 1,45 °C por encima de los niveles preindustriales. Según el organismo, una vez más se han batido récords con respecto a los niveles de gases de efecto invernadero, las temperaturas en superficie y en los océanos, el aumento del nivel del mar y el deshielo.
Un informe de la Organización de Naciones Unidas indica que en 2022 se produjeron un total de 62 millones de toneladas de residuos electrónicos, lo que supone un 82 % más que en 2010. Según el documento, esta cifra va camino de aumentar un 32 % en 2030 si no se toman medidas.
La producción de RAEE crece cinco veces más rápido que su reciclaje, según el último Informe Mundial de Residuos Electrónicos de la ONU.