Para muchos, esos días quedaron atrás. Incluso para quienes no dejaron de “ir al trabajo” ni un solo día (como los trabajadores de supermercados, o del transporte público, o quienes insistieron y persistieron con la presencialidad), la vida laboral cambió. Cambiaron los turnos, las dinámicas, los hábitos. Pero ¿quiere eso decir que la oficina como la conocemos se terminó para siempre?, y ¿fue la pandemia el gran detonante, o ya venía ganando terreno la flexibilidad laboral desde antes?
Estos fueron algunos de los temas que abordaron Eliana Bracciaforte, cofundadora y COO de la plataforma latinoamericana de trabajo freelance Workana, y Laura Ripani, jefa de la División de Mercados Laborales del BID, en su conversación en vivo sobre flexibilidad laboral, trabajo freelance y el futuro del trabajo en América Latina y el Caribe. En esta nota hacemos una reseña breve de esa charla.
La oficina en proceso de deconstrucción
El COVID-19 nos hizo recurrir a la flexibilidad laboral para mantener los procesos productivos y la economía a flote frente a las exigencias de distanciamiento social. Pero esa deconstrucción del concepto rígido de oficina, concebida como espacio de trabajo con turnos y códigos de vestimenta estrictos, y con la presencia física y puntualidad como indicadores de desempeño en el trabajo, venía en marcha desde antes de la pandemia.
“Ya desde ese momento nos daban laptops a todos en la compañía, lo cual no era normal en el año 2006, 2007; y nos pagaban internet en casa y en los aeropuertos,” nos cuenta Eliana Briacciaforte recordando su experiencia trabajando en Google a principios del milenio. “El concepto era que puedes ser productivo en donde sea”, continúa, haciendo la salvedad de que igual había que ir a la oficina, pero resaltando que el mensaje de “puedo trabajar en cualquier parte” lo comprendió temprano en su carrera.
Como cofundadora de una de las plataformas de trabajo freelance más grandes de la región, destaca la importancia fundamental que tiene una buena conectividad a internet para poder trabajar desde cualquier parte, algo que no tienen todos los trabajadores de la región.
Y es que, de acuerdo con la última edición de la serie sobre el futuro del trabajo del BID, la flexibilidad en América Latina y el Caribe se concentra principalmente entre trabajadores que tienen ocupaciones con habilidades sofisticadas, con trabajos que tienen menos carga de actividades manuales o físicas, y con mayor acceso a conectividad en el hogar.
Las oportunidades no están en todas partes, pero el talento sí
Eliana Bracciaforte
¿Se puede trabajar sin oficina?
Aun cuando los arreglos de trabajo flexible surgieron hace más de 20 años como un beneficio para trabajadores con responsabilidades familiares, la pandemia cambió las reglas de dónde y cómo trabajar, y demostró que muchos trabajadores podemos ganarnos la vida y producir fuera de la oficina y la fábrica y a horas no convencionales, como afirma Laura Ripani en la conversación.
Eliana Bracciaforte, nativa de la ciudad de Córdoba en Argentina cuenta cómo fue necesario para ella mudarse a la capital cuando terminó la universidad para buscar oportunidades de empleo, y cómo hoy en día dudaría un poco de la necesidad de irse de su ciudad para poder trabajar y generar ingresos.
“Descubrimos que las oportunidades no están en todas partes, pero el talento sí. Hay mucho talento en toda América Latina,” dice para explicar cómo surgió la plataforma Workana hace más de 10 años con la idea de acortar distancias entre talento y oportunidades sin estar atados a un lugar físico.
Según Eliana, tenemos que dejar de pensar en el trabajo como un lugar.
¿Se puede trabajar sin oficina en América Latina y el Caribe?
El impulso de la flexibilidad laboral en la región ha venido principalmente de los trabajadores y las empresas. Bracciaforte reconoce que las regulaciones han tardado un poco más en adaptarse, acoger a los arreglos de trabajo flexible, y normar con claridad al trabajo freelance e independiente. Es un área en la que todavía hay grises, sobre todo en cuanto al acceso a beneficios laborales.
“Por ejemplo, es normal que alguien que trabaje freelance tenga muchísima dificultad en tomarse vacaciones.” Eliana Bracciaforte
Coinciden con Eliana en esta postura las empresas consultadas en el estudio del BID: uno de los principales impedimentos para usar flexibilidad es la regulación laboral atrasada. La pandemia aceleró las regulaciones de formas de trabajo flexible, pero algunos países las adoptaron como medidas coyunturales, y luego las eliminaron.
Consulta acá el estatus de la regulación de arreglos de trabajo flexible por país, en el mapa interactivo de la región👉La flexibilidad, ¿llegó para quedarse?
Inclusión laboral a través de la flexibilidad: los dos lados de la moneda
Ante la pregunta de si la flexibilidad es una herramienta de inclusión al mercado de trabajo para grupos con dificultades para acceder a empleos de calidad, Eliana y Laura exploraron tanto el escenario de la inclusión, como el de la exclusión que puede venir con el trabajo flexible.
Para Eliana, cuando estamos más remotos, cuando nos vemos menos, puede invisibilizarse el problema de la exclusión o la falta de diversidad. “No puede caer un inspector a la empresa a mirar lo que está pasando”, dice como ejemplo.
Sin embargo, en el caso del trabajo y oportunidades freelance que se pueden conseguir a través de plataformas como Workana, al tratarse de proyectos pequeños y puntuales, y como los portafolios de trabajo de los freelancers están a la vista, no hay procesos de “entrevista”. Esto quiere decir que se evalúa y selecciona a las personas por su trabajo y no por sus características demográficas. “No hace falta saber las condiciones de vida de una persona, no importan. No importa el género, la raza o religión, solo si puede hacer el trabajo” explica.
¿Qué papel juega la flexibilidad laboral en cerrar o ampliar brechas de género?
Laura Ripani le preguntó a Eliana Bracciaforte cómo es diferente el mundo del trabajo para un hombre y para una mujer. Eliana, siendo una mujer trans, considera que muchas de las oportunidades que tuvo en su carrera antes de su transición, aún cuando se esforzó por conseguirlas y las obtuvo de forma meritoria, surgieron con mayor facilidad por vivir parte de su vida como hombre. “Del otro lado, lo pienso, no solamente como mujer, sino también como mujer trans, y creo que no se me hubieran dado un montón de ellas, o casi todas,” dice.
Reconoce Eliana la forma en la que los esquemas flexibles de trabajo pueden permitir que mujeres con tareas de cuidado en el hogar puedan acceder a oportunidades de generación de ingresos, trabajando por proyectos a su tiempo y ritmo, no sin advertir el riesgo implícito que viene con este enfoque: perpetuar y reafirmar la noción de que el mayor peso de las tareas del hogar debe recaer sobre los hombros de las mujeres.
Repensando la jornada laboral
La conversación llevó a las dos expertas en mercados laborales a entretener la idea de una vida en la que trabajamos menos días, incluso menos horas. La semana laboral de 4 días es una manera de reorganizar el trabajo, pero quizás debemos preguntarnos cuántas horas en necesario trabajar. Eliana Bracciaforte nos invita a explorar qué tanto sentido tienen hoy en día las semanas de 40 o 48 horas de trabajo. Quizás trabajar menos horas, permita que más personas tengan acceso a trabajo. “Quizás sea una solución al desempleo”, suma Laura Ripani.
Para terminar, Eliana y Laura hicieron el ejercicio de pensar cómo será la conversación digital sobre trabajo, oficinas y flexibilidad en 2030. Descubre lo que imaginan viendo la conversación completa 👇
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