El siglo XX ha estado salpicado de descubrimientos asociados a la mosca de la fruta, hallazgos que han merecido el Premio Nobel de Medicina por que se aplican al ser humano y a otras especies animales.
Todo ese trabajo de investigación continúa en el siglo XXI. Por eso, cientos de laboratorios en el mundo trabajan con Drosophila melanogaster, también llamada mosca del vinagre.
Muchas de las principales conclusiones genéticas se han realizado en la mosca de la fruta, asegura el doctor Juan Riesgo Escovar, del Instituto de Neurobiología de la UNAM.
Desde hace cien años se ha usado como modelo genético. El pionero fue Thomas H. Morgan, quien corroboró en la mosca las leyes de la herencia de Gregor Mendel, padre de la genética.
Los Nobel y la mosca
Casi cualquier aspecto del ser humano se puede estudiar en la mosca de la fruta —asegura el investigador de la UNAM—, y algunos de esos frutos de la investigación han sido distinguidos con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.
Aquí un breve listado:
Corroboró las leyes de Mendel. Estudió, por ejemplo, la herencia de algunos caracteres ligada al sexo. Realizó un mapa de la localización de los genes en el cromosoma, determinó los principios de la mutagénesis, e inicio la genética de poblaciones con el ruso Theodosius Dobzhansky.
Morgan compartió el premio monetario del Nobel con Alfred Henry Sturtevant y Calvin Blackman Bridges, sus alumnos que contribuyeron a su teoría cromosómica de la herencia.
Es un principio prácticamente universal que los genes y las vías para el desarrollo de diferentes partes de los organismos son comunes en eucariontes pluriceluares, dice Riesgo Escovar.
Los correlatos de la mosca
El genoma de la mosca de la fruta fue secuenciado desde hace más de 20 años. La mayoría de sus genes tienen homólogos en otros animales. Riesgo Escovar, considera que lo que se descubre en la mosca tiene sus correlatos en otras especies.
Como setenta por ciento de sus genes tienen una contraparte en el ser humano, usando como modelo a D. melanogaster se pueden entender, por ejemplo, procesos fisiológicos y patologías humanas.
En la mosca de la fruta se puede modular:
La Drosophila melagonaster es un modelo imprescindible en la investigación moderna porque es versátil y fácil de trabajar con ella en el laboratorio. Con un ciclo de vida corto (de diez días aproximadamente) y rápida reproducción, sus muchos descendientes permiten realizar experimentos estadísticamente válidos.
Actualmente, dice Riesgo Escovar, se realiza un atlas del cerebro de la mosca de la fruta. Se calcula que tiene entre cien mil y doscientos mil neuronas y se está descifrando cómo se conectan entre ellas, lo que se denomina el “conectoma”. En pocos años se espera tener el conectoma completo de la mosca.
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