AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, e INESCOP, Centro Tecnológico del Calzado, lideran el proyecto ECOGLUEII, financiado por el instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace), cuyo objetivo es desarrollar una nueva generación de bioadhesivos que se validarán en los sectores del calzado, el transporte y la construcción.
El proyecto está desarrollando nuevos adhesivos más respetuosos con el medioambiente, para ello se están sintetizando y caracterizando bioadhesivos de poliuretano y epoxi a partir de fuentes renovables y con la peculiaridad de ser desmontables, lo que también contribuirá a la sostenibilidad medioambiental de los productos que los incorporen ya que facilitarán su reciclado.
El proyecto cuenta con la colaboración de la Universidad Rey Juan Carlos y con la Fundación URV de la Universitat Rovira i Virgili, con la participación de una decena de empresas valencianas interesadas en este desarrollo.
Este proyecto ha sido financiado por la Generalitat Valenciana, por medio de la Conselleria de Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio i Trabajo de la Generalitat Valenciana, a través de ayudas del IVACE con la cofinanciación de la Unión Europea a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional. Ello se enmarca en el Programa Operativo FEDER de la Comunitat Valenciana para el periodo 2014-2020, cubriendo el siguiente objetivo temático del eje 1: reforzar la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación, y su prioridad de inversión 1b que, entre otros objetivos, persigue el fomento de la inversión empresarial en I+D+i a través de una especialización inteligente y mediante el apoyo a la investigación tecnológica y aplicada.
Esta tipología de ayudas está dirigida a centros tecnológicos de la Comunitat Valenciana para el desarrollo de proyectos de I+D de carácter no económico realizados en cooperación con empresas para el ejercicio 2020.
AIMPLAS es el Instituto Tecnológico del Plástico ubicado en Valencia y está inscrito en el Registro de Centros Tecnológicos del Ministerio de Economía y Competitividad. Pertenece a la Federación Española de Centros Tecnológicos, FEDIT, y a la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana, REDIT.
La preocupación hacia los nano y microplásticos y su impacto en el medio ambiente y la salud de los organismos vivos ha aumentado considerablemente. Actualmente, no existe una metodología de análisis estandarizada para estudiar la presencia de estos, pero las autoridades ya comienzan a restringirlos. Además, existe un obstáculo clave que impide realizar las pruebas oportunas sobre los micro y nano materiales: la disponibilidad limitada de materiales caracterizados y trazables biológicamente. Por tanto, para poder continuar con esta línea de investigación es necesario disponer de partículas que sirvan de referencia, es decir, que conserven la naturaleza química del material y que tengan el tamaño de partícula adecuado.
AIMPLAS avanza en nuevas tecnologías para la descarbonización y la transición energética de la industria y el transporte, a través de dos proyectos de investigación y desarrollo financiados por el Instituto Valenciano de Competitividad e Innovación (IVACE+i) y los fondos FEDER.
El equipo del proyecto MMAtwo, financiado con fondos europeos, presentó una tecnología para procesar residuos de polimetacrilato de metilo y convertirlos en materiales utilizables en una segunda vida.
El biomaterial desarrollado por el ICMM-CSIC se combina con campos magnéticos para crear una matriz que permitirá la colonización por células neurales de las zonas dañadas de la médula espinal.
Una mezcla de dicho fosfato cálcico -el cristal principal de huesos y dientes, que les confiere su dureza característica- y dióxido de titanio, puesta sobre láminas de metal de titanio, demostró tener una valiosa propiedad magnética que, al activarse con los rayos ultravioleta (UV) o energía solar, resulta muy útil en la eliminación o clarificación del agua contaminada con clorhexidina, sustancia presente en jabones líquidos, utilizados especialmente en entornos hospitalarios.
Mediante cámaras que recrean las fisuras de las rocas, investigadores alemanes han demostrado cómo los flujos de calor subterráneos pudieron enriquecer los componentes prebióticos y aumentar su reactividad, favoreciendo la aparición de los primeros organismos vivos.