Las prácticas agroecológicas surgieron en Nicaragua a inicios de los 80 como reacción al fracaso ecológico, económico y social del desarrollo agroindustrial del algodón, así como ante el modelo de economía planificada mixta. ONGs nacionales e internacionales, apoyadas por la cooperación técnica externa, promovieron prácticas alternativas para el campesinado. La iniciativa más conocida es el ‘Programa Campesino a Campesino‘, que nació de intercambios de aprendizaje con productores de Guatemala y México, y que fue implementado por la Unión de Agricultores y Ganaderos. Posteriormente la agroecología se expandió a lo largo de los 90 sin apoyo ni reconocimiento estatal. Sin embargo, ganó bastante notoriedad después del huracán Mitch en 1998, cuando se evidenció que los productores agroecológicos fueron mucho más resilientes ante la catástrofe que los productores convencionales. Fue entonces, en 2007, cuando la agroecología empezó a institucionalizarse, con la promulgación de una norma técnica sobre “agricultura ecológica”, seguida por la aprobación, en 2011, de la “Ley de Fomento a la Producción Agroecológica u Orgánica”, y la referencia explícita a la producción orgánica y agroecológica en el Plan Nacional de Desarrollo Humano 2012-2016.
En los últimos 15 años, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha acompañado la transición agroecológica en Nicaragua a través de diferentes instrumentos. Por ejemplo, mediante el Programa Socioambiental de Desarrollo Forestal (“POSAF”, 2002-2008) y el Programa Ambiental, de Gestión de Riesgo de Desastre y Cambio Climático (“PAGRICC”, 2011-2016), ambos ejecutados por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, se fomentó la adopción de “Sistemas de Restauración Ambiental” (SRA) en fincas. De 2012 a 2018, a través del Programa de Fomento a la Productividad Agropecuaria Sostenible (PASOS), que incluía un componente de “Fortalecimiento de la innovación tecnológica agropecuaria”, el Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) desarrolló proyectos de investigación y actividades de transferencia en 600 “Fincas de Investigación e Innovación Tecnológicas” (FIITs), con el objetivo de fomentar la difusión horizontal de conocimiento sobre prácticas agroecológicas y tecnologías sostenibles exitosas.
¿Próximos pasos?
Por su alta multifuncionalidad, la agroecología tiene el potencial de contribuir a varios Objetivos de Desarrollo Sostenible, y representa una clave hacia la transición a sistemas alimentarios sostenibles.
Sin embargo, el escalamiento de la agroecología enfrenta varios desafíos, entre los cuales destacan:
Para lograr el éxito de la agroecología se requiere de un fuerte apoyo de políticas públicas habilitantes, para crear condiciones propicias para su escalamiento. En este sentido, la situación de América Latina y el Caribe ofrece oportunidades únicas, dado que es la región del mundo donde se encuentra la mayor cantidad de países que hayan implementado leyes, regulaciones y políticas a favor de la agroecología.
Entre las intervenciones requeridas para ampliar la escala de la agroecología se incluyen:
Como banco de desarrollo comprometido a mejorar Vidas a la vez de fomentar una agricultura sostenible, la seguridad alimentaria, la preservación del ambiente y de la biodiversidad y la resiliencia climática, estamos en una excelente posición para contribuir a la transición agroecológica. ¡Y juntos aprovecharemos esta oportunidad!
Escrito por: Marion Le Pommellec
Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Trabajamos para mejorar la calidad de vida en América Latina y el Caribe. Ayudamos a mejorar la salud, la educación y la infraestructura a través del apoyo financiero y técnico a los países que trabajan para reducir la pobreza y la desigualdad. Nuestro objetivo es alcanzar el desarrollo de una manera sostenible y respetuosa con el clima. Con una historia que se remonta a 1959, hoy somos la principal fuente de financiamiento para el desarrollo para América Latina y el Caribe.
Junto al Movimiento sin Tierra (Brasil) o el Programa Nacional de Transición Agroecológica y Patrimonio Biocultural (Oaxaca, México), Colombia cuenta con las Zonas de Reserva Campesina de Pradera, y entre ellas Tuluá (Valle del Cauca) y el resguardo indígena Kwet Wala (Pradera) son ejemplos de resistencia que realizan las comunidades indígenas y campesinas para asegurar la comida, ofreciendo propuestas basadas en los principios de la agroecología.
Investigadores de la Unidad de Excelencia ‘María de Maeztu’ del Departamento de Agronomía de la UCO, en colaboración con la Universitat Jaume I y Tragsa, prueban la eficacia de este sistema mixto como estrategia para el control de plagas. Los resultados abren nuevas vías de estudio en el ámbito de la lucha contra las plagas, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el campo en un contexto de emergencia climática.
Un equipo de investigación de la Universidad de Huelva ha establecido que el grosor del tallo y la presencia de compuestos antioxidantes influyen en la capacidad que tiene este cultivo para echar raíces. Con esta información, podrían desarrollarse biofertilizantes específicos que estimulen el crecimiento vegetal, que habitualmente presenta dificultades para prosperar.
Tejer las mallas para pescar en ríos y lagos de Yahuarcaca –en la Amazonia colombiana–, o saber cuándo utilizar cerbatana o anzuelo para tener una faena más efectiva no es algo que se aprenda en un colegio o una universidad; este conocimiento ancestral que poseen los indígenas ticuna se transmite de generación en generación, pero está amenazado por la creciente interacción de los jóvenes con prácticas occidentales, que degradan sus tradiciones. Con la Escuela de Artes de Pesca se busca evitar que esto suceda y así garantizar la continuación de esta práctica esencial para su seguridad alimentaria.
Investigadores de Hidráulica y Riegos de la Universidad de Córdoba desarrollan un modelo basado en la revolucionaria arquitectura de ‘deep learning’ Transformer, que desde su aparición en 2017 se ha implementado en diversos sectores y que está en la base de hitos de la Inteligencia Artificial como ChatGPT, para orientar la toma de decisiones de las comunidades de regantes.
Un estudio del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV) observa por primera vez en plantas de cultivo que el gen FUL controla la duración del periodo reproductivo.