Comenzará a aplicarse el día 15 de febrero de 2023, durará un año, y contará con un mecanismo de suspensión en caso en caso de que sean percibidos “riesgos para la seguridad de la provisión energética, la estabilidad financiera, los flujos internos de gas de la UE” así como aumentos de la demanda de gas, según explica el Consejo Europeo en su página web.
Sobre estos riesgos se han pronunciado algunos analistas que señalan, además, que el tope al precio de gas podría empeorar la crisis energética global.
Riesgo de empeoramiento. Samantha Dart, jefa del departamento de investigación de gas natural de Goldman Sachs, afirmó en un informe publicado el pasado 19 de diciembre y citado por Bloomberg, que un tope al precio del gas, sin ninguna restricción sobre la demanda, fomenta el consumo, lo cual podría comprometer el suministro de gas europeo. Ello repercutiría sobre el suministro global de gas del próximo año y, en el peor de los casos, forzaría a los gobiernos a racionar el gas.
Atención a la demanda asiática. El informe señala que el tope de la UE al gas podría favorecer los precios altos en Asia, lo cual atraería a los proveedores de gas natural licuado, alejándoles del Viejo Continente y, por lo tanto, comprometiendo el suministro europeo de un elemento clave en la estrategia de la Unión para independizarse energéticamente de Rusia.
China y el gas natural licuado. En este sentido, es importante observar cómo se comporta la demanda de gas natural en China ahora que la política de Covid Zero ha acabado. Según Szehwei Yeo, analista de S&P Global, la demanda china de gas natural crecerá en torno al 6% en 2023, en parte debido a los nuevos contratos que el gigante asiático tiene previsto firmar para aumentar las importaciones de gas natural licuado.
A por los proveedores. Se trata, realmente, de una competición entre los países asiáticos y europeos para obtener el suministro de gas natural de proveedores como Estados Unidos y Qatar. El pasado mes de julio, la publicación Journal of Petroleum Technology informó de que Europa estaba superando a Asia como destino principal de las exportaciones de gas natural licuado, al mismo tiempo que EE.UU aventajaba a Qatar y Australia como proveedor mundial. Con el tope al precio del gas, la tendencia podría revertirse.
La UE saca pecho. Por otro lado, Jozef Síkela, ministro de industria y comercio de la República Checa, reconoció el pasado 19 de diciembre que el acuerdo demostraba que la UE estaba unida y que no iba a dejar que nadie usara “la energía como un arma”, en clara referencia a Rusia.
Difícil negociación. Sin embargo, el proceso de negociación entre los países comunitarios ha sido muy duro. Al inicio, Bruselas planteaba un tope al precio del gas de 275 euros, propuesta encaminada a persuadir a países reacios a establecer esta restricción como Alemania, y que fue calificada por Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, como “ una broma de mal gusto”.
Condiciones para activar el tope. Para salvar este obstáculo, se ha acordado la siguiente condición. El tope será activado cuando el precio del gas supere durante tres días laborables los 180 euros megavatio hora, siempre que exista una diferencia con el precio del gas natural licuado superior a los 35 euros. Según cálculos de Bloomberg, si la medida se hubiera empezado a aplicar a comienzos de este año, habría sido activada durante 40 días entre agosto y septiembre.
Confianza en la UE. El tope al precio del gas, fuertemente defendido por España y que contó con el voto de rechazo de Hungría y las abstenciones de Holanda y Austria, supone “el fin de la manipulación del mercado por parte de Rusia y su compañía Gazprom”, según escribió Mateusz Morawiecki, primer ministro polaco, en Twitter. Veremos si, finalmente, la medida tiene el efecto deseado en Bruselas.
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