Discurso sobre los terremotos
Discourse on earthquakes
El artículo aborda la forma histórica en que la ciencia de los terremotos ha avanzado, superando los muchos obstáculos de naturaleza política, religiosa y social. El artículo también muestra cómo muchos grandes hombres se adelantaron a su tiempo y expusieron la verdad real sobre la verdad impuesta. Además, pretende animar a los profesionales del sector a reflexionar sobre el material aquí expuesto, para que comprendan que las verdades absolutas impuestas por una minoría, no son las mejores para una sociedad que se esfuerza por crecer bajo conceptos de equidad, equilibrio y justicia.
DISCOURSO
El estudio de los terremotos y la forma de afrontarlos no son nada nuevo para el hombre, que ha tenido que enfrentarse a ellos desde el principio de la humanidad. Existen registros escritos en China que se remontan a 3.000 años en el pasado, en los que se describen los terremotos con sorprendente detalle, contándonos cómo los veían, de forma muy parecida a como los percibimos hoy en día. Los registros de Europa del Este y de Japón, de 1600 años de antigüedad, nos ofrecen relatos detallados de los efectos de los terremotos en las poblaciones de esas regiones. Sin embargo, los registros son mucho más recientes en América. Sin embargo, han aparecido códices en los que las tribus mayas y aztecas describen estos fenómenos extraordinarios. También existe documentación de la época colonial (archivos de Indias) que relatan con detalle los principales acontecimientos que afectaron a las regiones mesoamericanas. En comparación con los millones de años que los terremotos llevan moldeando la forma actual de nuestro planeta, la experiencia humana con este comportamiento de la naturaleza ha sido más bien corta. (León Portilla, 1979).
Desde la antigüedad, pasando por la época helénica, y durante la Edad Media (y en las culturas sorne incluso hasta nuestros días) se atribuía a los terremotos, al igual que a todos los demás fenómenos desconocidos, una explicación mítica asociada a castigos de tipo sorne, ira divina y similares. Por ejemplo, en Japón los terremotos se atribuían a un gran pez gato llamado Namazu que vivía bajo la tierra y que era controlado por un dios llamado Daimyojin que mantenía su cabeza enterrada bajo una piedra. Cuando el dios bajaba la guardia o su atención vacilaba, Namazu se movía y con los feroces Iashings de su cola hacía temblar la tierra. En Siberia, los terremotos se atribuían al paso de un dios en un trineo bajo la tierra. Los maoríes creían que un dios llamado Raumoko que fue enterrado accidentalmente por su madre tierra, gruñía y provocaba los terremotos.
Los aztecas pensaban que la vida humana se extinguía periódicamente debido a todo tipo de calamidades diferentes al final de cada era llamada "Sol". El quinto Sol, el actual, cuyo signo era Nahui Ollin, que significa "cuarto movimiento", iba a morir a causa de un terremoto. Los aztecas pretendían de fer el cataclismo que iba a poner fin al quinto Sol, a través de Chalchíhuatl, el agua preciada del sacrificio. (LeónPortilla,19 79)
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