
Imagen / Según la teoría galardonada con el Nobel de Economía 2025, la economía es un organismo en constante transformación, impulsado por la innovación y el emprendimiento. © Pixabay.
2025-10-15
Destrucción creativa: el dinamismo innovador del cambio económico
La semana pasada, el Premio Nobel de Economía 2025 fue otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt por sus contribuciones al entendimiento de la innovación y el cambio tecnológico como motores del crecimiento económico. Su reconocimiento marcó un punto culminante en la consolidación del concepto de destrucción creativa, una noción que, aunque formulada hace casi un siglo, continúa siendo fundamental para explicar las transformaciones de la economía contemporánea. La distinción de estos economistas no solo destacó la importancia del conocimiento y la innovación en el desarrollo económico, sino que también revitalizó el debate sobre las tensiones entre progreso, desigualdad y sostenibilidad que genera este proceso.
El término “destrucción creativa” fue introducido por el economista austríaco Joseph Schumpeter en su obra Capitalismo, socialismo y democracia (1942). Para Schumpeter, el capitalismo no es un sistema estático, sino un organismo en constante transformación, impulsado por la innovación y el emprendimiento. Cada avance tecnológico o productivo destruye estructuras anteriores para dar paso a nuevas formas de producción, consumo y organización social. Este proceso, aunque doloroso en el corto plazo, es la esencia del dinamismo capitalista y la fuente de su crecimiento a largo plazo.
Los galardonados en 2025 profundizaron y formalizaron esta visión schumpeteriana. Aghion y Howitt desarrollaron en los años noventa el modelo de crecimiento endógeno, que explica cómo la innovación, la competencia y la inversión en conocimiento generan ciclos continuos de renovación económica. Por su parte, Mokyr aportó una perspectiva histórica, mostrando cómo las revoluciones tecnológicas —desde la imprenta hasta la inteligencia artificial— han surgido de ecosistemas de creatividad y destrucción que redefinen las estructuras sociales. Juntos, estos investigadores han ofrecido una explicación coherente de cómo la innovación impulsa el desarrollo, pero también de cómo produce desplazamientos laborales, reconfigura industrias y transforma el tejido social.
El reconocimiento del Nobel 2025 subraya que la destrucción creativa no es solo una teoría económica, sino una dinámica universal del cambio humano. La digitalización, la automatización y la transición ecológica son hoy manifestaciones concretas de este principio. Entender su lógica permite comprender por qué el progreso genera tanto esperanza como incertidumbre: cada nueva invención amplía las posibilidades del bienestar, pero también desestabiliza los equilibrios que la precedieron.
Fundamentos de la destrucción creativa: innovación, competencia y renovación
El núcleo de la teoría de la destrucción creativa reside en la innovación como fuerza motriz del crecimiento. En lugar de atribuir el desarrollo económico solo a la acumulación de capital o trabajo, Schumpeter propuso que el cambio tecnológico es el factor decisivo. La economía avanza mediante oleadas de invenciones que alteran los patrones de producción y consumo: la máquina de vapor, la electricidad, el automóvil, el computador o la inteligencia artificial son hitos que no solo introdujeron nuevos bienes, sino que transformaron las relaciones sociales y las estructuras industriales.
A diferencia de los enfoques clásicos, la destrucción creativa concibe el progreso como un proceso dinámico y desequilibrado. Cada innovación exitosa reemplaza a empresas, profesiones y modelos económicos obsoletos. Esta competencia constante genera crecimiento agregado, pero también provoca desempleo temporal y desplazamientos sectoriales. En ese sentido, el cambio tecnológico no es neutro: redistribuye recursos, poder y oportunidades. Los países o regiones que logran adaptarse e invertir en conocimiento se benefician, mientras que aquellos que permanecen anclados en tecnologías pasadas sufren rezagos estructurales.
La teoría moderna amplía esta lógica al incorporar la importancia del entorno institucional y educativo. Aghion y Howitt demostraron que el ritmo de la destrucción creativa depende de la capacidad de las sociedades para fomentar la competencia y la innovación sin destruir la cohesión social. Un ecosistema de investigación abierto, un sistema educativo flexible y políticas públicas que apoyen la reconversión laboral son condiciones necesarias para que la destrucción creativa se convierta en fuente de prosperidad. De lo contrario, puede derivar en exclusión y desigualdad.
Este equilibrio entre destrucción y creación constituye uno de los dilemas más profundos de la economía contemporánea. Las revoluciones tecnológicas actuales —como la digitalización o la transición energética— replican las dinámicas que Schumpeter observó en la era industrial: viejas estructuras desaparecen mientras surgen nuevas industrias basadas en conocimiento, algoritmos y sostenibilidad. La diferencia radica en la velocidad del cambio, impulsada por la inteligencia artificial y la globalización, que acorta los ciclos de innovación y exige una adaptación casi inmediata.
La destrucción creativa, por tanto, no es un proceso meramente económico, sino también cultural. Supone una actitud social frente al cambio: aceptar que el progreso implica pérdida, pero también la oportunidad de reinventar la realidad. En la medida en que las sociedades logren integrar esta lógica, podrán convertir la disrupción tecnológica en un motor de bienestar colectivo y no en una fuente de conflicto.
Casos contemporáneos de destrucción creativa
El siglo XXI ofrece múltiples manifestaciones de la destrucción creativa, visibles en sectores tan diversos como la tecnología digital, la energía y el transporte. Tres ejemplos ilustran su alcance y sus paradojas.
La revolución digital y el declive de los medios tradicionales
La irrupción de Internet y las plataformas digitales transformó radicalmente la industria de la comunicación. Periódicos, editoriales y cadenas televisivas que dominaron durante décadas vieron erosionarse sus modelos de negocio ante la expansión de los contenidos en línea. Empresas como YouTube, Netflix o TikTok reconfiguraron la relación entre productores y consumidores, democratizando la difusión de información, pero también concentrando poder en nuevas corporaciones tecnológicas. La prensa escrita perdió millones de empleos, pero al mismo tiempo surgieron profesiones inéditas vinculadas al diseño digital, el marketing algorítmico y la producción de contenidos audiovisuales. La creación y destrucción ocurrieron de manera simultánea, evidenciando cómo el cambio tecnológico puede revitalizar un sector al costo de transformar completamente sus cimientos.
La transición energética y el fin de la era del petróleo
La lucha contra el cambio climático impulsa una transformación estructural en la economía mundial. La expansión de las energías renovables —solar, eólica e hidrógeno verde— representa una forma contemporánea de destrucción creativa. A medida que los gobiernos promueven políticas de descarbonización, las industrias fósiles enfrentan una inevitable contracción. Gigantes petroleros y automotrices se ven obligados a reinventarse, invirtiendo en tecnologías limpias para sobrevivir en un mercado que ya no tolera la dependencia del carbono. Esta transición destruye empleos en sectores tradicionales, pero crea otros en la ingeniería ambiental, la gestión energética y la innovación tecnológica. Es un proceso complejo que ilustra el principio schumpeteriano: el progreso no consiste en preservar el statu quo, sino en reemplazarlo por estructuras más sostenibles y eficientes.
La inteligencia artificial y la transformación del trabajo
La actual revolución impulsada por la inteligencia artificial constituye quizás el ejemplo más evidente y acelerado de destrucción creativa. Los sistemas automatizados y los algoritmos generativos están modificando la producción industrial, el diseño, la educación y los servicios. Profesiones que antes parecían seguras, como la traducción, la contabilidad o la animación, experimentan un proceso de sustitución tecnológica. Sin embargo, la IA también genera nuevas oportunidades en campos emergentes: ingeniería de datos, ética algorítmica, diseño de modelos y creatividad computacional. El desafío consiste en garantizar que esta transición se traduzca en productividad y bienestar, y no en desempleo masivo o concentración del conocimiento. En este sentido, la educación y la política pública se vuelven cruciales para que la destrucción creativa derivada de la IA se convierta en un proceso de transformación positiva.

Estos tres casos evidencian que la destrucción creativa no es un fenómeno pasajero, sino la manifestación estructural del capitalismo innovador. Cada ola tecnológica destruye viejos paradigmas y crea otros nuevos, redefiniendo la economía global. Sin embargo, el ritmo actual del cambio plantea la necesidad de repensar los mecanismos de adaptación social y ética. La innovación ya no puede considerarse un fin en sí misma, sino un proceso que debe integrarse con valores de equidad, sostenibilidad y responsabilidad colectiva.
El Premio Nobel de Economía 2025 reconoció no solo a tres economistas, sino a una idea que ha acompañado la evolución del capitalismo desde sus orígenes: la destrucción creativa como esencia del progreso. Schumpeter la describió como el motor del desarrollo; Aghion, Howitt y Mokyr la reinterpretaron para una era donde la innovación se ha convertido en el principal recurso productivo. Hoy, en un mundo impulsado por la inteligencia artificial, la transición energética y la digitalización global, su vigencia es más evidente que nunca.
La destrucción creativa recuerda que el crecimiento económico no surge del equilibrio, sino del cambio continuo. Cada innovación es, a la vez, una promesa y una ruptura. El desafío contemporáneo consiste en gobernar ese proceso para que la creación supere a la destrucción, garantizando que el progreso tecnológico no solo genere eficiencia, sino también bienestar humano y sostenibilidad planetaria.
Para saber más…
Si desea ampliar sus conocimientos sobre temas relacionados, puede consultar las ediciones 80: Ecología industrial y 276: Innovaciones tecnológicas emergentes de la Revista Virtualpro.
Referencias
Fernández Aguilar, E. (2025, 13 de octubre). De los MP3 a ChatGPT: la destrucción creativa premiada por los Nobel. Muy Interesante.
https://www.muyinteresante.com/ciencia/premio-nobel-economia-2025-destruccion-creativa.html
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https://es.wired.com/articulos/que-es-la-destruccion-creativa-el-concepto-detras-de-los-investigadores-ganadores-del-nobel-de-economia-2025
Hernández, C. (2025, 13 de octubre). Qué es la destrucción creativa y cómo la tecnología impulsa el crecimiento económico. Portafolio.
https://www.portafolio.co/economia/finanzas/que-es-la-destruccion-creativa-y-como-la-tecnologia-impulsa-el-crecimiento-economico-premio-nobel-de-economia-2025-642055
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Quevedo, L. F. (2019). Aproximación crítica a la teoría económica propuesta por Schumpeter. Revista Investigación y Negocios, 12(20), 57-62.
http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2521-27372019000200006&lng=es&tlng=es
Felipe Chavarro
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